Por: Dr. José Luis Barrera
Habitualmente los preparativos
para una epidemia han enfatizado en: el desarrollo de planes nacionales, la
vigilancia epidemiológica, los requerimientos de vacunas y medicamentos, el
mejoramiento de la cobertura de vacunación en los grupos de alto riesgo, así
como el impacto y la carga económica. Sin embargo, los ausentes en la
planificación son los aspectos psicosociales y de salud mental.
Es necesario enfatizar en la
perspectiva conductual y lograr una mejor comprensión de las respuestas de los
grupos poblacionales afectados. El control de las epidemias requiere cambios de
patrones de comportamiento, con una participación de la comunidad.
COVID-19, que toca todo el
“cuerpo social”, tiene consecuencias psicosociales, y ante una situación de
pandemia es común que las personas se sientan, al menos, estresadas y
preocupadas. La epidemia y las medidas de control están llevando a un miedo
generalizado en la población, y pueden conducir a la estigmatización social de
los pacientes, de sus familiares y del personal sanitario, todo ello con sus
consecuencias psicológicas. Hay consideraciones de salud mental que fueron
elaboradas por el Dpto. de la OMS de Salud Mental y Uso de Sustancias, y por
otras instituciones y sociedades científicas, con mensajes dirigidos a diferentes
grupos clave para apoyar el bienestar psicosocial y la salud mental.
EJES DE ARTICULACIÓN:
Desde un punto de vista
psicosocial, existen algunos ejes indispensables para la protección de la salud
mental.
– Contextualización:
Garantizar que las personas cuentan con información fiable y que les permita
comprender y anticipar el entorno. Entender para actuar.
– Sensación
de control: Facilitar rutinas y estrategias para organizar la vida diaria y las
tareas. Anticipar cambios o suspensión de actividades previstas y elaborar
propuestas alternativas para aislarse sin detenerse.
– Relación
y pertenencia: Garantizar la “visibilidad” de todas las personas. Que el
aislamiento en casa no suponga la ausencia de contacto con el entorno.
Seguimiento y conseguir que las redes sigan funcionando.
– Tejido
social y comunidad: Participación en iniciativas ciudadanas y facilitar
espacios de apoyo mutuo y construcción de iniciativas colectivas.
SITUACIONES DE RIESGO
PSICOSOCIAL.
Hay circunstancias, dentro de las
vidas de las personas que, en una situación de estas características, pueden
suponer mayores riesgos psicosociales, como son:
– Personas
dependientes a alcohol u otras sustancias adictivas.
– Situación
de calle; sin techo o Movilidad reducida.
– Ausencia
de vínculos con los que mantener una comunicación activa.
– Ausencia
de recursos personales para el entretenimiento, Baja capacidad o acceso a la
tecnología.
– Convivencia
en entornos de riesgo (viviendas con violencia o aislamiento).
– Dificultad
para comprender el estado de alarma y en riesgo de incumplir.
– Obligación
de acudir a su puesto laboral.
– Residir
con persona violenta (repercusión en menores, personas mayores, mujeres,
familia, vecindario…)
– Ser
personas menores o dependientes a cargo.
– Soledad
no deseada y ausencia de redes de apoyo.
– Pérdida
de puesto laboral, Precariedad económica y ausencia de recursos económicos.
Sin embargo, pueden ser población
diana las personas afectadas (casos confirmados e ingresados en hospital, o
aislados en el domicilio, o confirmados con síntomas en vigilancia activa en
cuarentena en su domicilio); sus familiares y allegados; profesionales de los
equipos de atención (personal sanitario y no sanitario en contacto directo con
las personas afectadas); La comunidad en general.
RETOS DEL PERSONAL SANITARIO
EN ESTA CRISIS
– Desbordamiento
en la demanda asistencial, donde los profesionales también se contagian.
– El
riesgo de infección o de trasmitirlas no se ha detenido.
– Equipos
y equipamientos insuficientes que limitan la comunicación y seguridad.
– Gran
estrés en los centros de atención directa, experimentando miedo, pena,
frustración, culpa, agotamiento, ansiedad…
– Exposición
al desconsuelo de familiares y amistades ante la muerte o enfermedades graves
que no pueden acompañar a las personas afectadas.
– Dilemas
éticos y morales ante las tomas de decisión complejas.
Los trabajadores de primera
línea en salud (enfermeras, médicos, auxiliares, conductores de ambulancia,
trabajadoras de limpieza) pueden tener otros estresores adicionales en la
pandemia:
• Riesgo de estigmatización hacia
quienes trabajan con pacientes con COVID-19.
• Las medidas estrictas de
bioseguridad tienen algunas consecuencias:
– Cansancio
físico por el uso de equipos de protección personal.
– Aislamiento
físico que dificulta dar confort y apoyo a quienes están afectados.
– Constante
estado de alerta y vigilancia con procedimientos estrictos.
• Entorno laboral más demandante,
con aumento de horas de trabajo y de pacientes.
• Pocas posibilidades para
recurrir a su red de apoyo social por sus intensos horarios.
• Temor a contagiar a amigos y
familiares al estar expuestos al virus por su trabajo.
RECOMENDACIONES GENERALES PARA LA
ATENCIÓN A LOS MIEMBROS DE LOS EQUIPOS DE RESPUESTA SON:
• Tener en consideración las
características y patrones de conducta específicos de las personas que trabajan
en la emergencia. Ellos, generalmente, se sienten satisfechos por lo realizado
y desarrollan un espíritu altruista. Mantenerlos en actividad es positivo,
libera estrés y refuerza la autoestima.
• Favorecer la rotación de roles,
así como organizar adecuadamente los tiempos de trabajo.
• Estimular el autocuidado físico
y tomar descansos periódicos.
• Los que ofrecen apoyo emocional
deben mantener una actitud de escucha responsable, así como garantizar la confidencialidad
y manejo ético de las situaciones personales y de la organización.
• Incluir la familia en procesos
de ayuda.
• Valoración de estados
emocionales subyacentes y los factores generadores de estrés, antes, durante y
después de la emergencia.
• Estimular que entre los
miembros de los equipos de respuesta se manifieste el apoyo, solidaridad,
reconocimiento y aprecio mutuo.
• El personal implicado en la
respuesta a la epidemia debe disponer de atención psicosocial, durante y
después de la emergencia.
Orientaciones para el personal
que trabajó en la emergencia, cuando se reintegra a la vida cotidiana:
• Regresar a su rutina lo antes
posible.
• Realizar ejercicios físicos y
de relajación.
• Buscar contacto con la
naturaleza.
• Descansar y dormir lo suficiente.
Alimentarse de forma balanceada y regular.
• No tratar de disminuir el
sufrimiento con el uso de alcohol o drogas.
• Buscar compañía y hablar con
otras personas. Participar en actividades familiares y sociales.
• Observar y analizar sus propios
sentimientos y pensamientos. Reflexionar sobre la experiencia que ha vivido y
lo que significa como parte de su vida.
Te invitamos a consultar:
https://ome-aen.org/guia-de-apoyo-psicosocial-durante-esta-epidemia-de-coronavirus/
Protección de la salud mental y
atencion psicosocial en situaciones de epidemias
Unidad de Salud Mental y Uso de
Sustancias, Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) 2016
Excelente
ResponderEliminarMuchas gracias
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